Efecto Shutter Island
Por Pablo Calvo (@MenteEnBlancoRM)
Una casa de locos... para cuerdos. |
Shutter Island es un libro, posteriormente trasladado a la gran pantalla, que muchos de vosotros habréis leído. Se trata de un thriller psicológico que toca un tema muy interesante: la locura. En este peculiar libro de Dennis Lehane podemos observar como el protagonista es tratado como un loco porque todo un grupo de individuos le hace creer que está majara. Expone la facilidad con la que podemos pasar a ser clínicamente enfermos mentales por gente que está más loca que nosotros. A su vez, retrata al planeta fútbol español con espantosa precisión.
El periodismo madridista está actualmente en estado de sitio por la central butifarrera y sus secuaces. Lanzan constantemente pérfidos mensajes para seguir acaudalando lacayos a su séquito de antimadridistas, que son pocos pero hacen mucho ruido. ¿Su objetivo? Derrocar a Mourinho. ¿Su modus operandi? La propaganda más desleal que parió madre.
Esta propaganda consiste en derribar y menospreciar sistemáticamente los argumentos del entorno merengue, incluso con argumentos de lo más peregrinos que se puedan escuchar. Si hace falta insultar a empleados del club y a los jugadores, se hace por partida doble. Se puede incluso insultar a la afición madridista sin paliativos e impunemente. Es así de aberrante. Si hay que utilizar dos varas de medir, se utilizan sin tapujos. Aquí no hay temas tabú ni límites: se puede llamar nazi o Lucifer al entrenador del club sin reprimenda alguna por parte del Comité de Competición, la RFEF o incluso la justicia ordinaria. Si entramos en el tema de las comparaciones por parte de la prensa, el doble rasero es clamoroso. Cuando Mourinho habla de los árbitros, es un llorón. Cuando Guardiola habla de los árbitros, está iluminando a los pobres y desvalidos colegiados. Cuando Cristiano Ronaldo sufre una de las entradas más violentas que recuerda la afición blanca por parte de Perea y no es expulsado, son unos llorones. Cuando Ufjalusi le mete una patada dura al tobillo de Messi y es expulsado (correctamente), prisión perpetua para el carnicero rojiblanco y humillación pública en la plaza del pueblo. Cuando unos espectadores del Santiago Bernabéu muestran una pancarta con la leyenda “Mou tu dedo nos indica el camino”, son una panda de provocadores y es una vergüenza. Cuando unos espectadores en el Nou Camp exhiben una bandera que expresa “Figo te deseamos la muerte”, eso demuestra el lógico descontento de las gradas culés con Luis Figo. Cuando a Pepe le meten un plantillazo en la clasificación para la Eurocopa y se la compara con la entrada de Pepe a Alves en la semifinales de Champions, son unos llorones. Cuando Pepe no toca a Alves pero el brasileño pega tres giros en el aire como si lo hubieran matado, intervención de los Cascos Azules e instauración de la pena de muerte para mandar a fusilar al portugués ese. La lista no acaba ahí, evidentemente. Sigue hasta el infinito y más allá.
Para más inri, no sólo nos bombardean con falacias y cinismo desde los medios escritos, si no que también tenemos que sufrir el discurso de los acólitos de la causa proculé en la televisión. Cuando Mourinho dijo que jugar a las 22:00 es malo para los jugadores, se rieron de él y lo llamaron llorón (sí, por enésima vez). Uno de los que desacreditó la teoría del luso fue Francisco “Lobo” Carrasco en Punto Pelota, ese lugar donde se concentran las mayores mentes del periodismo deportivo; como Pipi Estrada, conocido por casarse con una pornostar; Luis Mascaró, el hombre más rápido del mundo para cambiar de discurso; Carazo, el que amenaza a gente por Twitter; Carles Fité, el que es antimadridista y su vida profesional parte desde esa premisa; y demás lujos. Luego de que el Barcelona pinchara en Getafe, ¿adivináis cuál fue la primera excusa que puso Paquito? Parafraseando, “jugar a las 10 es muy complicado porque es tarde y hace frío”. Luego añadió sin sonrojarse que jugar en campos escarchados es muy difícil para jugadores tan técnicos como el Barcelona por la circulación del balón y demás milongas propias de este personajillo. Como si Getafe fuera Siberia, sí. Obviamente, el resto del séquito culé no ha osado llamar “llorón” a Carrasco ni a reírse de él, sino todo lo contrario: lo secundó.
Siguiendo con el frente culé de Punto Pelota, Carme Barceló, fiel seguidora del régimen propagandístico naziobarcelonista y del botox, afirmó que las tarjetas amarillas de Piqué y Xabi Alonso fueron forzadas. Tal cual. Por más insólito que parezca. ¿La diferencia, al humilde juicio de un ser menor como soy yo? Una fue por una falta táctica en el minuto 20’ de un derbi que iba 1-1 y la otra, una clamorosa pérdida de tiempo con 4-0 a favor del Barcelona (no vaya a ser que el Rayo les enchufe un gol y remonten, claro, como sabiamente apuntó Bartomeu, cínico profesional). Esta es la misma Carme Barceló que calificó de bochornoso el espectáculo visto en el partido de Amsterdam, cuando el Real Madrid forzó dos tarjetas. Un Real Madrid que sufrió una presión de la prensa, incluso esa teórica prensa afín, terrible, con seguimientos a jugadores incluidos, que terminó con Mourinho y Dudek sancionados, y con un partido adicional para Xabi Alonso y Sergio Ramos. Ahora, que el Barcelona volvió a forzar tarjetas (no nos olvidemos el año pasado cuando Alves forzó la tarjeta a pedido directo de Pep Guardiola, que fue cazado por un cámara mientras se lo solicitaba al brasileño de las orejas bonitas), salen los proxenetas intelectuales clamando que la “caverna” ejerce presión para que sancionen a Piqué. Tal fue la presión que el sacro Comité de Competición decidió no sancionar al Shakiro por forzar tarjeta. Ya sabemos lo que toca: forzar tarjetas por un tubo porque, según los antecedentes, no es punible.
Estimado madridismo: intentan hacernos creer que estamos locos con sus rodillos mediáticos y sus unificadas ideologías. Pero que no os engañen: los locos son ellos con su discurso profano y constantes intentos de contaminar nuestros dogmas personales. Todo esto es lo que yo patenté como el “efecto Shutter Island”: un grupo de monigotes, con micrófono o pluma en nuestro caso, que intentan instalar un pensamiento único en la sociedad y, quien no lo siga, es un paria y está chalado. Pero su ínfimo intelecto no contaba con un efecto aún más pétreo que su nefasto apostolado. Una persona que iba a unificar a la masa informe que era el madridismo hace unos años. La llegada de José Mourinho al Real Madrid le dio una cabeza al proyecto del neo-madridismo, que no es otro que el madridismo más vintage: el madridismo de Santiago Bernabéu, de Di Stefano y de Juanito. El madridismo que entierra esa aberración que algunos pseudogurús de la canallesca llamaron “señorío”. Mou despertó el canibalismo en todos estos seres despreciables y van a embestir contra él sin cesar. Intentarán poner a la masa social en su contra. Pero no lo van a lograr, porque el madridismo, por fin, es una piña para defender estoicamente al Real Madrid.
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