Por Pablo Calvo
Una cosa le agradezco al Sevilla: gracias a Del Nido, a su campaña anti-Real Madrid y al inadaptado de la botella, hoy voy a tener mucha tela para cortar.
Mientras los jugadores sevillistas se pintaban la cara para salir en el famoso videíto, los madridistas le pintaban la cara a ellos no en bastidores, sino en el campo de juego, donde realmente cuenta, y no con pintura de guerra, sino con fútbol y táctica. Podría decir campo de batalla incluso, porque eso es lo que pretendía el presidente Del Nido con su campaña de acoso y derribo para llamar a la épica y enardecer a su afición. Y vaya si la enardeció. Tan enardecidos estaban que los de Nervión salieron hiperventilados y revolucionados a jugar el partido. Mucho ímpetu, pero de fútbol, poquito poquito. El trivote impuesto por Mourinho, sabiamente, asfixió a Romaric y Zokora para que nunca crearan juego fluído en el centro del campo. Mucha fricción, pero de fútbol, poquito poquito. Mientras tanto, los laterales blancos que ayer vistieron de negro, con el apoyo solidario e incondicional de los centrocampistas defensivos, anularon completamente las bandas rivales, a sabiendas que son las verdaderas espadas de este equipo. Lo único que hicieron Navas y Perotti en la noche de ayer fueron piscinazos y más piscinazos, de fútbol, poquito poquito. Como todo el Sevilla. Mucho "musho", pero de fútbol, poquito poquito.
El Real Madrid, si bien estuvo ligeramente pesado en la creación, no dio opciones a los locales. Para más inri, el gol visitante llego temprano tras una gran jugada del gatito Benzema, que ayer fue un león. Xabi y Khedira, con las idas y vueltas de Lass, fueron las murallas de la fortaleza que plantó Mou en el verde del Pizjuán, infranqueables durante toda la noche, igual que todo el equipo. En ciertos lances, sobre todo al final del primer tiempo, la fortaleza, ante el asedio constante, sufrió algunas fisuras, pero no pasó a mayores. Lo más cerca que estuvo de marcar el Sevilla fue a través de Luis Fabiano con un tiro raso, luego de regatear a Casillas, que intercepta Albiol en la línea. Los sevillistas pidieron el gol vigorosamente, pero el balón no perforó la portería en su totalidad, así que no hay que darle más tinta de la que merece. También se pidió la expulsión de Lass por reiteración de faltas, pero dichas peticiones no tenían ningún fundamento ni base alguna.
En el segundo tiempo, el dominio de los Chamartin fue incluso más claro y pronunciado. Los locales no llegaron ni una sola vez con claridad, salvo casi al final de los 90 reglamentarios con una volea de Negredo que se fue larga por el segundo palo. Por su parte, el conjunto dirigido por el portugués Mourinho contó con incontables oportunidades para enfilar incluso más la eliminatoria, pero Palop en numerosas ocasiones y fallos propios impidieron que se extendiera la cuenta a favor de los visitantes, lo que hubiera sido justicia por el juego desplegado por unos y por otros.
El partido culminó con una imagen lamentable: un botellazo a Casillas de parte de un tarado en uno de los fondos del estadio nervionés. El objeto impactó en la cabeza del portero español sin mayores consecuencias. Eso sí, rápidos estuvieron los recogepelotas en recuperar las pruebas del delito. Es una auténtica vergüenza que un club centenario como el Sevilla cuente con tales gamberros entre sus empleados, gamberros que incluso se dignaron a increpar a los jugadores del Real Madrid luego. Indignante el espectáculo final. Esperemos que anti-violencia y Competición actúen sobre este incidente, porque ya no da para más la cosa. ¿Tenemos que esperar a que haya un muerto para finalmente hacer algo al respecto?
En definitiva, la eliminatoria sigue abierta, nos fuimos un poco con la mosca detrás de la oreja por no sentenciarla y veremos que nos depara el destino en la vuelta, sobre el césped del Santiago Bernabéu, donde se celebrará el segundo round de este ya clásico del fútbol español. Recordemos que no está muerto quién pelea. Y el Sevilla puede dar mucha pelea aún.
Premio Di Stefano - Benzema. Gran gol y gran partido del francés. Dejó todo sobre el césped: presión, gol, juego y estilo. El partido total.
Premio Tuercebotas - Perotti. ¿Jugó ayer?
Premio Stoichkov - Del Nido. Sus provocaciones y declaraciones incendiarias durante la previa han ocasionado lo que todos esperábamos: violencia. ¿Hasta cuándo se le van a reír las gracias a este ser impresentable?
Premio Redondo - Özil. No tuvo mucho peso en la dinámica del encuentro, pero dejó algunas pinceladas de su juego que dejan latente que estamos ante un verdadero crack en potencia.
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