lunes, 17 de enero de 2011

Contracrónica Almería-Real Madrid: La indolencia como factor decisivo

Por Pablo Calvo

Lo visto ayer en el césped del Estadio de los Juegos Mediterráneos es un auténtico suicidio futbolístico y el fin al constante asedio que el Real Madrid ejercía al liderato del Barcelona. Ahora, otorgándole a los culés una segunda oportunidad para pinchar, esta hazaña de conquistar la Liga se antoja harto difícil.

El partido se perfilaba mal desde el comienzo, cuando Mourinho decidió experimentar con gaseosa y salir sin un punta de referencia. Decidió poner de titular a Kaka para, suponemos, darle minutos a costas de Benzema, el indolente número uno de la plantilla blanca. Y la verdad es que, como todo experimento con gaseosa, salió muy mal. Los merengues, con un inventado sistema 4-2-4, no creaban ni juego ni ocasiones. Si a esto le sumamos el nefasto partido de los dos mediocentros, Xabi Alonso y Khedira, tenemos como resultado un cóctel molotov que significó la inmolación de los dirigidos por Mourinho. Un Mourinho que, jugando su pulso con el club para la contratación del famoso 9, demostró finalmente y de una vez por todas que hace falta dicho jugador. No obstante, su orgullo e insistencia le costó muy caro a su equipo, por lo que su actitud ayer no fue para nada loable. La realidad es que Benzema no ha estado bien en los últimos partidos, pero uno, da igual cual, es mejor que ninguno.

Los cuatro de ataque han estado desacertados salvo Özil. A Di María, una de las figuras de la primera vuelta, se le vio muy fatigado, posiblemente por la gran cantidad de minutos y derroche físico que hace el argentino en cada partido, incluido el jueves, donde jugó 90 minutos en un partido muy trabajado. Cristiano, ubicado de delantero de referencia, cuajó una primera mitad horrible. Y es que esa posición, inventada por su compatriota en el banquillo, no le va bien. El luso es un jugador de entrada, y no de referencia, dado que pierde toda la sorpresa y la explosión de su potencia física. Kaka fue, una vez más, una sombra de lo que fue en el Milán, cosa a lo que nos tiene acostumbrados desde la temporada anterior. Salvo un pase entre líneas a Cristiano Ronaldo, poco más aportó el brasileño que, no obstante, ha sido de lo mejorcito del Madrid en la primera parte. Eso no habla muy bien del rendimiento del equipo que ayer fue visitante.

En la segunda parte, el equipo mejoró con Benzema ya en el campo y con un Cristiano más libre para moverse en ataque. Sin embargo, el primero en marcar fue el Almería, aprovechando un craso error de Albiol y Marcelo que se quedaron mirando a Ulloa marcar a placer un pase-rebote de Piatti. Los dos madridistas, sin nadie alrededor, se quedaron a 4 metros del delantero almeriense, mirando meramente como el argentino introducía el balón en la portería del hasta ahora espectador Casillas.

Luego el Madrid despertó, con el revulsivo de Granero, figura madridista ayer a la noche. También entró Carvalho, que no estuvo fino. De los pies de dos de las sustituciones llegó el gol blanco, el de Granero a pase de Benzema.

A partir de ahí, el Real Madrid atacó en tromba, pero se topó con la defensa rojiblanca primero, con Perez Lasa luego y el larguero al final.

Hay que sacar a la luz la tercera razón por la que el Real Madrid empató ayer. Aparte de la desidia mostrada y el trabajo del Almería, la paupérrima actuación del trencillas Perez Lasa fue una auténtica vergüenza, para no quedarse atrás y seguir con el bajísimo nivel arbitral a la que nos tienen acostumbrados los colegiados de la federación española. Se tragó tres, sí tres, penaltis al Real Madrid y hubo demasiados lances similares, en una y otra mitad de campo, que juzgaba conveniente y sistemáticamente a favor del Almería. Una performance indignante y digna de nevera, si por nosotros dependiera.

En conclusión podemos afirmar que el bajísimo nivel físico y fubolístico, con un pasotismo pasmoso, del Real Madrid sumado a los tres penaltis escamoteados fueron un mixtura que le explotó en toda la cara a los madridistas. El madridismo no puede estar contento con lo que está pasando.

Premio Di Stefano - Piatti. El argentino fue una constante molestia para la zaga blanca y fue el artífice de todas y cada una de las escasas jugadas en ataque del equipo andaluz.

Premio Tuercebotas - Xabi Alonso. Vaya partido más horrible del tolosano. No recuerdo verle un partido tan malo a él ni a ninguno de sus compañeros en lo que va del año.

Premio Stoichkov - Vargas y Casillas. En un partido trabajado pero no agresivo, terminaron los dos jugadores enzarzados por un supuesto pelotazo que el campeón del mundo le tiró al colombiano, luego que éste se interponga para evitar la salida rápida del balón (con el codo, valga remarcar).

Premio Redondo - Granero. El canterano volvió a mostrar que es uno de los mejores recambios que tiene Mou y uno de los pocos que pone lo que hay que poner: voluntad y empeño.

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