Por Pablo Calvo
El título hace alusión a un hecho explicito de este derby madrileño: fue muy descafeinado. Creo que incluso la teina es muy estimulante para describir lo que fue este partido, que se pareció más a una canción de los años 70 que a un partido de fútbol: duró 20 minutos.
El Real Madrid empezó con todo, a mil revoluciones, como viene siendo habitual en este equipo. Atropelló al Atlético en los primeros minutos del encuentro y apenas dio oportunidades a los colchoneros para que se den cuenta de que ya estaban jugando el partido. Tal fue así que en el minuto 7 ya había marcado el Madrid, aunque en clara posición adelantada de Khedira, por lo que fue correctamente anulado.
Aparentemente esto no fue suficiente para despertar a los rojiblancos, que siguieron hibernando en la turbulenta noche madrileña, curiosa paradoja. Aunque no tardó mucho más en llegar el castigo por caer en las manos de Morfeo: en el minuto 12, un pase de Di María se desvía ligeramente en Ufjalusi y cae en los pies de Carvalho, que entraba por el medio rompiendo las líneas del Atleti. El lusitano controla el balón y define como si fuera Van Basten, con delicado toque hacia las redes. Un señor gol de un jugador que cada día asombra más a la afición madridista y nos da razón cuando decíamos que fue un gran fichaje este año. Podríamos estar hablando del "mejor fichaje del año" para el Madrid, si no estuvieran Di María y Özil en esa lista, que por calidad y juventud los consideramos mejores fichajes para el Madrid, sobre todo en vistas al avenir. Valga remarcar que en la jugada del gol, Reyes, piscinero profesional y por excelencia, se quejaba de una falta de Xabi Alonso cuando le quitó el balón en la medianera. Hay que ser muy forofo (más o menos como el Sport, a ese nivel) para decir que eso fue falta y que el árbitro "empujó" al Real Madrid a la victoria.
Volviendo al partido, el Real Madrid se adelantaba en el marcador con justicia y comenzaba otro partido. No para el Atlético, que seguía sin dar señales de vida. O por lo menos, señales de reacción. Y eso se paga caro en esta jungla que se llama fútbol. Seis minutos después, a los 18, un centro-chut de Özil en una falta directa termina en el fondo de las mallas de De Gea, mientras el joven portero la miraba pasar y Reyes no llegaba al cruce. El caso es que en el minuto 20, el partido ya estaba decidido y visto para sentencia. Sobre el minuto 30, el Atlético de Madrid se decidió, finalmente, a jugar al fútbol y fue cuando llegó la mayor emoción, ya que en ese interín llegaron dos penaltis no pitados, uno en cada área. El primero por manos, involuntarias pero manos al fin, de Xabi Alonso y el segundo por una falta de Simao sobre Di María. El árbitro, de pésima actuación vale recalcar, se los "tragó". También generó una oleada de ocasiones que no subieron al marcado, para fortuna de los madridistas.
El resto del partido no vale la pena comentarlo en detalle, sinceramente. Un Madrid solvente en defensa, con un Carvalho superlativo, no sufrió grandes apuros, salvo las internadas de Agüero, que cuajó un gran partido a pesar de la poca colaboración que tuvo por parte de sus compañeros. En la segunda mitad, eso sí, hubo dos tiros en los palos, primero del Pipita Higuaín y luego de Cachabacha Forlán. También sobre el final del encuentro, hay que sacar a la luz otro grave error arbitral, el codazo de Diego Costa en la cara de Carvalho, que le cortó el parpado y le provocó una leve conmoción. ¿Tarjeta roja? No. ¿Amarilla? Para nada. ¿Falta aunque sea? "Pos" no. Nada. Que siga el baile. Pero sin el portugués, por supuesto, que se fue corriendo al hospital.
De todos modos, y a pesar de todos los lances que he citado post los dos goles del Madrid en esta crónica, al partido le sobraron 70 minutos. Fue el clásico de la ciudad de Madrid más descafeinado que rememoro, donde no hubo ni tensión ni vértigo ni nada. Sólo un equipo que viene a hacer lo que tiene que hacer: ganar partidos pasando los menos apuros posibles. Y así fue, porque lo hace de perlas.
El mejor del partido ha sido Carvalho, por el gol pero sobre todo por su labor impecable en defensa. Éste es el verdadero "capo" de la defensa y de este Madrid en general sobre el césped. Es el entrenador en cortos que ayuda a Mourinho y cada día estoy más seguro que fue por esa razón que Jose se interesó en él. Bravo por Ricardo que cada día está más afianzado y, con él, más se afianza la defensa blanca.
Ahora veremos qué hace el Madrid el miércoles contra el Murcia en el Bernabeu. Veremos si es posible que el equipo merengue gane en su estadio y avance a la siguiente fase de la Copa del Rey.
¡Hasta entonces será!
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