Por Pablo Calvo
Exhibición blanca en el teatro de la Castellana. Cuarto hat-trick de CR7 en lo que va de temporada y doblete de Benzema. El Málaga hizo el ridículo en la vuelta de Pellegrini al Bernabéu. Di María, la figura del encuentro, también marcó, junto a Marcelo, de gran partido.
En un partido que había comenzado entre semana con una disputa dialéctica, Mourinho y Pellegrini se vieron las caras en los banquillos Santiago Bernabéu. Luego del frío saludo entre ambos jefes de vestuario, el silbido de Perez Lasa dio por comenzada la disputa que realmente importa: la de los tres puntos en Liga. Para el equipo blanco significaría seguir el maratón contra el infatigable Barcelona. Para los andaluces, seguir en su misión para salvarse del descenso.
El comienzo del encuentro quedó sellado rápidamente por el dominio del Real Madrid ante un rival que salió al verde del Bernabéu "a no disputar los puntos", como señaló luego en rueda de prensa su entrenador chileno. Declaraciones aberrantes, si se me permite la acotación. Sin importarle mucho la actitud malagueña, los merengues abrieron el marcador rápidamente por medio de Benzema. Ese fue el comienzo de la debacle blanquiceleste. La teórica fortaleza que levantó el Ingeniero, alguien que nunca fue un virtuoso para ello, se caía a pedazos como un castillo de naipes. El endeble mediocampo visitante fue devorado por la presión en tres cuartos de los locales. Un Lass, de flojo partido en general, que presionaba arriba la salida del balón, junto con las anticipaciones de Xabi Alonso lograron que los zagueros y mediocampistas del Málaga no pudieran sacar limpiamente el cuero. La otra clave de la victoria pasó por la velocidad de los contragolpes madridistas, que no encontró rival en la lenta transición ataque-defensa de los dirigidos por Pellegrini.
A verse engullido en el centro del campo, el único recurso restante del Málaga fue el pase largo, patadón tentetieso más precisamente. Un recurso que fue solventado sin ningún inconveniente por Albiol y Carvalho, atentados durante toda la noche. Es por la escasa labor en ataque de su adversario que los laterales del Real Madrid se vieron más tiempo asediando el área visitante que ocupándose de su retaguardia. El planteo de Pellegrini, sumado a las suplencias de jugadores importantes, fue su propia tumba, fosa que cavó él solo. No se pudo vengar de Florentino Perez y Valdano, sino más bien se fue humillado y vapuleado de su ex-estadio.
La delantera merengue fue un vendaval que nunca se detuvo. Pero lo más importante de los de arriba fue la presión, incluso más que los goles marcados. Si bien marcar siete no se hace todos los días, y que seis de esos siete vinieron por cuenta de 3 de los 4 atacantes, lo mejor fue presenciar cómo asfixiaban sin tregua la salida del balón rival, generando dudas y despejes sin ton ni son por parte de los malagueños. La verdadera razón de esta goleada fue esa, y los horrores defensivos que ofreció la visita, pero la gran parte de esos fallos vinieron ocasionados por el citado adelantamiento de líneas merengue. La presión blanca, con movimientos precisos y sincronizados, superó al titubeante centro del campo que ayer vistió de azul.
La mancha negra de la velada fue la lesión de Cristiano Ronaldo, que se retiró del campo después de marcar su tercer gol, a pase de Canales. Sufrió una pequeña rotura fibrilar en el bíceps femoral de la pierna izquierda. Aparentemente estará de baja durante 15 días como máximo, por lo que volvería para el partido de vuelta contra el Olympique de Lyon por Champions League. Pero la buena noticia para el luso es que alcanzó a Messi en la tabla de goleadores y su carrera personal contra el argentino está vigente. También es buena nueva que haya cortado la racha de cuatro partidos sin ver puerta.
En conclusión, podemos afirmar que el patético planteamiento de Pellegrini no sólo le costó tres puntos, sino una obscena humillación contra su anterior equipo. Mourinho, que sacó su once de gala, no puede irse alicaído luego de una victoria que dispara la moral de su equipo y les hace creer que ganar la Liga es aún posible. En su contra podemos decir que las predicciones que salían de este blog se probaron ciertas: Cristiano Ronaldo no es de acero y forzar tanto la maquinaria tiene sus consecuencias. Ahora toca esperar hasta el domingo, a la visita del Real Madrid al Sardinero para enfrentar a un Racing que despunta. Mientras tanto, tenemos siete razones para estar a siete.
Premio Di Stefano - Di María. Corrió, presionó, robó, marcó y dio pases a diestra y siniestra. Partidazo del argentino.
Premio Tuercebotas - Gaspar. Peor no se puede jugar.
Premio Stoichkov - Lass. El francés no se enteró que el partido no era para estar tan pasado de revoluciones.
Premio Dandy - Benzema. Tiró caños, bicicletas y regates, marcó dos goles y derrochó elegancia en el césped de Chamartín.
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