Por Pablo Calvo
Advertencia: cualquier similitud a un partido de fútbol es mera coincidencia.
Lo que se presenció hoy en el Santiago Bernabeu fue cualquier cosa menos un partido de fútbol. El espectáculo fue más bien chato y hubo muchos excesos, en todo orden de cosas. Todo eso sin contar, obviamente, que el primer tiempo fue un somnífero total y que el segundo fue una inyección de adrenalina pero sin mostrar mucho arte balompédico.
El partido ya comenzó siendo noticia por la gran cantidad de ausencias importantes en sendos conjuntos: Xabi Alonso y Marcelo por el lado de los merengues, y Perotti, Kanouté y Navas por el lado de los de Nervión. Volvían Ramos y Khedira para los de Mourinho.
El primer tiempo comenzó con cierto toque interesante, aunque no duró mucho. Algunas llegadas de los de blanco para llevar peligro a la portería defendida por Palop, de gran actuación en la noche de hoy. Aparte de alguna esporádica aparición de Di María o Cristiano Ronaldo, el partido no tuvo mucha más historia. Lo único a resaltar de la primera mitad fueron los cuatro fuera de juego de Benzema, demostrando que no estaba en el partido, y que Capel terminó en el suelo cada vez que tocó un balón, y no precisamente por faltas explícitas del Real Madrid, sino por su marcada tendencia a tirarse a la piscina, a pesar de que en Madrid hacía frío.
Imagino que algunos gritos se habrán escuchado en los vestuarios del Real Madrid, porque los de Chamartín salieron un poco más animados. Pero que no se me malinterprete. El conjunto blanco seguía sin dar pie con bola, nunca mejor dicho. El mediocampo seguía roto y lo único a lo que atinaba el once merengue era a tirar pelotazos desde la zaga para Benzená, perdón, Benzema y Cristiano Ronaldo. Lo mejor que pasó en la segunda mitad fue evidentemente el doble cambio que soltó Mou, quitando a Khedira, de regular partido, y Benzema, de nefasta actuación, por Granero y Pedro León, que ofrecieron un buen rendimiento y trajeron dinamismo a la ofensiva de los conducidos por Jose Mourinho. Después de muchos ataques a lo loco por parte del Madrid, llegó la injusta expulsión de Carvalho, por una amarilla que le sancionaron por saltar a disputar el balón, y luego de chocar cabezas con Negredo, el árbitro interpretó que el portugués le propinó un codazo a ex-madridista. Un disparate en toda regla.
Con la expulsión de Carvalho, la zaga merengue formó con tres defensores y una gran ayuda, constante, de Lass, que defensivamente estuvo muy prolijo, como nos tiene acostumbrados el francés. El Madrid intentó, incluso con uno menos, pero con poca claridad. También le podemos agradecer esto a la rácana actuación sevillista, que incluso con superioridad numérica se dedicó a aguantar el empate, con sus continuos cortes de juego y ganando valiosos segundos con cada saque de puerta.
Entre tanto, el partido montaba en tensión, hasta tal punto que hubo un recital de tarjetas amarillas, innecesarias a mi parecer. No hubo un excesivo juego brusco en la noche madrileña, pero el árbitro hizo uso de su ametralladora tarjetera y empapeló de amarillo a muchos jugadores, sobre todo del conjunto local. Está de más decir que el público presente en Chamartín estaba en llamas y se hicieron estremecedores los gritos de "fuera, fuera" que caían desde las bancadas.
El clímax en el enfado del soberano llegó en el minuto 70, cuando Escudé rememoró esas llaves de lucha libre de Hulk Hogan que veía cuando era chaval y decidió hacer un placaje a Granero dentro del área, cuando el 11 estaba en evidente posición para anotar. Por supuesto, el árbitro hizo la vista gorda y dejó seguir el juego con los ya clásicos gestos de "levanta, levanta". Supongo que el joven madrileño debería estar agradecido de que el todopoderoso colegiado no le mostró la tarjeta amarilla por su clara simulación...
Otro punto importante a destacar en la segunda mitad es un gran pase de Luis Fabiano a Negredo que lo dejó mano a mano con Casillas, pero Ávaro tiro por arriba el disparo con su pierna derecha, desperdiciando la chance más clara de todo el partido hasta entonces.
Pero siete minutos después del penalti escamoteado, Özil encendió la luz dentro del área y, luego de sobrepasar a tres rivales, descargó para Granero que tiró a puerta. El disparo del ex-Getafe dio en las manos de Zokora (penalti, en mi opinión, no señalado oootra vez por su excelencia Clos Gomez), pero el rechace le cae en los pies a Ángel Di María, que luego de unos amagues y roturas de cintura, encontró el único hueco que dejó Palop en toda la noche y metió el balón por el primer palo para batir al cancerbero de los que hoy vestían de rojo. Una definición de sangre fría, impropio de un latino de sangre caliente como es él. En definitiva, gran gol del argentino que suele aparecer cuando más se lo necesita, y hoy no fue la excepción.
Después de ello no hay mucho más que hablar. Tangana por aquí, tangana por allá, mucha guerra, muchas patadas, poco fútbol. Se fue Dabo expulsado con tarjeta roja directa por una brutal patada a la rodilla de Di María sin venir a cuento. Se le fue la cabeza al sevillista y empató el partido en lo que a tarjetas rojas se refiere.
El Sevilla lo intentó con algunos centro y pelotazos, pero la realidad es que no llevó mucho peligro al área blanca. La anécdota graciosa de esto es que, súbitamente, les vinieron las prisas a los de Manzano, pidiendo los balones rápidamente y reprochando a los blancos cuando no la devolvían rápido. Obviamente, por esto vieron la tarjeta amarilla dos jugadores del Real Madrid, mientras que Palop, que se pasó toda la primera parte y la mitad de la segunda haciendo tiempo, se fue limpio de tarjetas. Una broma pesada donde las haya, digna de un aquelarre poco pudoroso.
Me he reservado lo mejor para el final. Y es que lo mejor fue el árbitro del encuentro, el aragonés Clos Gomez. No fue lo mejor porque fue lo que más calidad aportó al encuentro, sino porque fue el que más suspenso le metió. Qué árbitro más malo. Es una vergüenza que una de las mejores ligas del mundo tengan árbitros tan malos como este personaje. Escamoteó dos penaltis al Real Madrid, expulsó injustamente a Carvalho, cortó excesivamente el juego, sancionó faltas tontas, sacó demasiadas tarjetas amarillas y pitó tres o cuatro fueras de juego que no fueron. La actuación de hoy ha sido una auténtica vergüenza, a tal punto que debería ser sancionado por el comité de árbitros. Me molestaría pensar que un referí tan incompetente pudiera dirigir otro encuentro de cualquier equipo de la primera división española.
Y ahora vamos a dar los premios a los mejores y peores jugadores del partido. Ya que es la primera vez que utilizaremos esta nomenclatura, los explicaré:
Premio Di Stefano: Sobran explicaciones, ¿no? Es el premio al mejor jugador del partido.
Premio Tuercebotas: Premio al peor jugador del encuentro.
Premio Stoichkov: Premio al jugador picapleitos y duro del partido. Sabido es que a los madridistas no nos caía muy bien el búlgaro.
Premio Redondo: Premio al jugador que aportó finos toques y/o estériles robos del balón al partido.
Premio Di Stefano: Ángel Di María. El argentino decidió en una jugada de potrero la encarnizada lucha que se libró en la capital española.
Premio Tuercebotas: Benzema. Inexistente la aportación del francés. Fue verdaderamente como si el Madrid jugara con diez jugadores. Una actuación nefasta y que esperamos que no se repita.
Premio Stoichkov: Dabo. Vaya patada le dio a Di María, cuando no tenía posibilidades de jugar el balón. Desperdició la ventaja numérica que tenía su equipo y hundió al Sevilla en el desorden.
Premio Redondo: Mesut Özil. A pesar de que el partido del alemán fue muy irregular, una pincelada digna de Picasso dibujó una parábola que significó dejar a tres adversarios en el camino y ceder a un compañero. Toque maestro del joven teutón.
Espero leer vuestros comentarios acerca del partido, sus opiniones y qué os pareció el encuentro.
¡Hasta la próxima!
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