domingo, 22 de abril de 2012

Somos y seremos

Por Pablo Calvo
"Callaos, perros. Aún no he dicho mi última palabra"

Resulta realmente increíble cómo este Real Madrid puede ser tan bipolar: puede pasar de hacer partidos nefastos un martes por la noche a derrotar sin paliativos a uno de los mejores equipos de la historia del fútbol el sábado siguiente. Los extremos nunca son buenos, pueden afirmar los especialistas en la materia, pero la verdad es que la montaña rusa de emociones por las que los pupilos de José Mourinho nos hacen pasar hace vibrar hasta al más impermeable de los madridistas.

El trascendental choque en el Nou Camp ha significado mucho más que una simple victoria, muchísimo más que tres puntos en una Liga que hace dos meses estaba muy de cara y que ahora, mientras escribo estas palabras, está prácticamente resuelta. Más aún: lo de anoche en la capital catalana representa mucho más que un campeonato, la 32º Liga del club más ganador del mundo. No. Es mucho más que todo eso junto. Lo que aconteció en Can Barça fue la caída del muro de Berlín futbolístico que había entre este Real Madrid y su ilustre historia. Una muralla que empezó a derrumbarse en la vuelta de Copa y que ayer Cristiano Ronaldo se tomó el descarado atrevimiento de dinamitar hasta convertirla en una atajo de rocas informes que tendrá que recoger al FC Barcelona. Un equipo blaugrana que ve cómo su figura no le pudo resolver sus últimos dos partidos y que ha cosechado sendas derrotas por esa razón. Volvió a quedar latente en la templada noche de la Ciudad Condal: los de Guardiola sufren una grave messidependencia.

Mientras tanto, la súper nova lusa del Real Madrid volvió a marcar por tercera vez consecutiva en un Clásico (3 goles en los últimos 3 Clásicos, una proeza solamente igualada por fenómenos como Gento, Puskás y Juanito). Y lo hizo de la mejor manera posible: silenciando a un estadio que ladraba como una jauría de canes famélicos, oliendo la sangre que suponían que había salpicado el kafkiano gol de Alexis. No hay mejor manera de devolver un puñetazo que un puñetazo aún más fuerte. Y tanto que lo fue. El golpe que le propinó el de Madeira a los locales fue demoledor. Mandó a la lona a un Barcelona que nunca supo reponerse al duro impacto. Y con el Barcelona, cayó también su afición, que terminó callada contemplando inexorablemente la exhibición del astro madridista.

Ha sido un encuentro que traerá una dura resaca para los derrotados, pero también para los que se han alzado con la victoria. "Noches felices, mañanas tristes" alega el proverbio popular, y no es para menos. Para propios, hay que sobrepasar el resacón que conlleva una victoria de antología como la de ayer, para volver a plantar los pies sobre la tierra y comenzar a preparar la siguiente batalla que nos queda: La visita del Bayern Múnich al Santiago Bernabéu. Para extraños, porque van a tener que juntar las piezas de cristal que el martillazo de Cristiano Ronaldo ha causado y para afrontar su propia guerra contra un Chelsea que tiene más sed de venganza que fútbol para ofrecer.

Aún así, el sentimiento de victoria no es nuevo para un club que tiene en sus vitrinas cientos y cientos de trofeos que acreditan su acaudalada historia, repleta de éxitos y gloria. Parece que el mosaico que desplegó la afición culé ayer en el Nou Camp fue premonitorio, un mensaje dirigido al club blanco: somos y seremos. Efectivamente, querido aficionado blaugrana. Somos y seremos. Pase lo que pase, somos y seremos los más grandes. Porque el alma madridista no es una moda pasajera o un efímero frenesí de títulos en casi un lustro. La casta madridista perdura durante numerosas décadas, durante siglos enteros. La leyenda madridista está de vuelta. Sin duda, somos y seremos.


Premio Di Stefano - Cristiano Ronaldo: El luso volvió a demostrar por qué tiene que ser el próximo Balón de Oro. Le ganó su duelo personal a un desaparecido Messi, marcó otra vez contra los culés y ha derribado esa pared psicológica que afligía a la actual plantilla del Real Madrid. Un jugador de leyenda.

Premio Tuercebotas - Cristian Tello: El canterano (del Espanyol) ha hecho un partido nefasto. Las escasas veces que se pudo ir de Arbeloa no supo resolver correctamente, y cuando tuvo ocasiones clarísimas de gol, las marró inexplicablemente. Estuvo muy revolucionado y demostró que aún está verde para las grandes citas.

Premio Stoichkov - Daniel Alves: Un habitual en esta sección, el brasileño pasó más tiempo en el piso simulando patas y agresiones que jugando al fútbol, neutralizado por cierto impecablemente por un imperial Coentrão. Curioso que simule agresiones, porque él fue el protagonista de la única que hubo en el partido: le clavó los tacos en el estómago a Cristiano Ronaldo. El árbitro le pitó falta al luso y el 2 blaugrana se fue, nuevamente, de rositas.

Premio Redondo - Sami Khedira: El alemán ha sido un pulpo en el centro del campo. Robó mucho, recuperó aún más y distribuyó correctamente. Nunca perdió su posición y encima marcó. Sin duda, un día nefasto para sus detractores.

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