jueves, 21 de abril de 2011

¿Manita? ¿Para qué? Con uno nos sobra: CAMPEONES.



Antes de empezar, una dedicatoria. Para esos artistas del balompié. Esos que se llenan la boca hablando de fútbol y de lo bonito que es golear al rival con facilidad. Para todos esos paletos va dedicada esta victoria.

Meterle uno, 2, 5 ó 47 goles al rival vale exactamente lo mismo: tres puntos. Y en caso de una final como la de ayer, donde los titanes del fútbol chocaron, vale una copa. La de Su Majestad el Rey. El de España. Muchos "calvos" y banderas independentistas en el fondo culé, para luego silvar el himno español. El de todos, también el de ellos. Por más que a algunos separadores, que no separatistas, les duela. Por más que luego muestren la Copa orgullosos en sus vitrinas.

Pero no hablemos de política, que mientras más lejos esté del deporte, mejor. Hablemos de fútbol. O mejor hablemos de cricket, que es a lo que jugó el Madrid según Xavi. El catalán se despachó nuevamente con la misma cantinela del sábado, bah, la misma de siempre: el Real Madrid ha jugado a otro deporte, pero no al fútbol. A ese deporte juegan solamente los culés. El resto somos unos cretinos que nos tenemos que sodomizar automáticamente cuando vemos la camiseta blaugrana enfrente. Curioso que digan esto, porque creo que la Copa del Rey que levantamos ayer fue la de fútbol, y no de golf o petanca.

Con fútbol, por más que a otros les moleste, les incordie, llamarlo así, se impuso el conjunto de Chamartín. Se impuso de manera congruente con su historia, para no variar y para no perder la costumbre: con casta, con épica, con pundonor, con orgullo. Orgullo vikingo. Orgullo madridista. Y siempre guerreando hasta el final, como citaba la pancarta mastodónica que desplegaron los madridistas que se trasladaron hasta Mestalla para arengar a los suyos: "Hasta el final, vamos Real".


Con un repaso táctico, el once de Mourinho borró del campo a los dirigidos por Guardiola. Nuevamente el luso le ganó la batalla de ajedrecistas al catalán. Pero esta vez, el Real Madrid jugó con once casi hasta el final del encuentro y eso tuvo peso. A pesar de que el trencilla, bien durante toda la noche salvo algunos detalles, se comió alguna tarjeta para los culés y se excedió con algunos de los merengues. Nuevamente el trivote ahogó el mediocampo blaugrana. Nuevamente Pepe fue la gran figura del encuentro. O por lo menos lo hubiera sido si no fuera por su compatriota, el del salto made in Michael Jordan. Ese que se elevó por todo lo alto en el cielo de Valencia para rematar un centro maravilloso de Di María. Para coger a contrapierna a un Pinto que lo intentó, pero que su estirada fue estéril. Con quirúrgico testarazo, Cristiano Ronaldo perforó la meta barcelonista y sentenció un partido que estaba para cualquiera. Finalmente ahuyentó a sus más oscuros fantasmas: marcar en un partido importante y marcarle al Barcelona. Dos pájaros de un cabezazo.

Luego continuó el cerrojo Mou, esos que son una garantía. Como si no hubiera pasado nada. Esos que, salvo errores tontos como el de Albiol en el último partido de Liga, son irrompibles. Cerrojazo y que vengan ellos. Que jueguen a ese fútbol que profetizaban. Que intenten evangelizarnos en su arte del tiquitaca. Nosotros los dejamos intentar demostrar que su fútbol es superior. Pero fallaron. Fallaron el sábado, diez contra once, y fallaron ayer. Mou les mojó la oreja una vez más. Primero con los tuercebotas del Inter, y ayer con los picapedreros del Real Madrid.

Me da igual lo que digan. Que se masturben con su excelso fútbol si quieren. Que menosprecien nuestro estilo, calificado de chato y defensivo. Que nos metan mil goles por partido, si quieren, y que les metan otros dos mil a los otros equipos. Que ataquen y llamen anti-fútbol sistemáticamente a nuestro general Mourinho. Que digan que Pepe es un guarro, Khedira un patapalo y Cristiano, un chulopiscinas. A estas alturas, todo me resbala. El madridismo es impermeable a sus tonterías. Y también lo es Mourinho y la plantilla de gladiadores que tenemos. Les está bien empleado a estos sinvergüenzas que lo único que hacen es divulgar el pensamiento único y esputar bilis por España.

Lo único que me importa es que el cauce natural de las cosas está volviendo a la normalidad: Nosotros somos los campeones y ellos los segundones.


Bonus Track: Una lección de matemáticas para Gerard "españolito" Piqué: Manita+copita=alegría madridista.

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