jueves, 28 de abril de 2011

Indignación máxima

Por Pablo Calvo

Confirmado: Ya sólo falta que le den las tarjetas y el silbato a Messi y que pite él.

Lo que hemos vivido ayer en el cada vez menos sagrado Santiago Bernabéu fue una vergüenza sin límites. En los '90, los del teatrillo catalán o el árbitro hubiera salido escoltados por la policía para evitar una tragedia.

Pero primero, hablemos de ese extraño que no se presentó en el Teatro de la Castellana: el fútbol. Los dos equipos fueron un desastre y el partido era infumable durante los primero 45 minutos. Ninguno quería jugar, pero la estrategia de Mourinho de frustrar a los rivales y luego encerrarlos paulatinamente estaba sobre ruedas: la primera fase del plan, no encajar goles, había sido un éxito. Pero luego, todo se vino abajo.

Aún sigue fresco en mi memoria ese grito de Hierro "¿A qué vienes aquí? ¿A jodernos?". Me falta esa actitud. Es como el ying sin el yang. Una mitad de mí se ha esfumado y con tanto señoría, tanto buenismo y tanta ostia, el FC Barcelona nos terminó ganando terreno en los despachos. Institucionalmente, ahora mismo, el Real Madrid es menos que nada: nos chulean hasta en casa.

Para más inri, ya no se puede ni hablar de las injusticias que sufrimos. Tenemos que aguantarnos. Si decimos las verdades del barquero, porque la expulsión de Pepe fue MUY injusta, somos unos llorones y nos van a denunciar poco menos que a la ONU. En cualquier momento retiran las tropas de Libia para invadir el Santiago Bernabéu, donde está el nuevo enemigo de la democracia y de la humanidad.

Y es que Mourinho parece el nuevo Osama Bin Laden, un talibán, un déspota y el destructor de la historia del Real Madrid. Esos periodistas que se subieron al carro de la Copa del Rey, rápidamente se bajaron para darle estopa al portugués. Ni siquiera esperaron al partido de vuelta para calificar de fracaso su estrategia y tacharlo de antifútbol. Por supuesto, ni palabra de que el artífice de su malograda estrategia fue nada más ni nada menos que Herr Stark, ladrón de guante blanco. No contento con escamotearle un penalti al Real Madrid en la ida contra el Lyon, luego del bloqueo de voleibol de Gurcouff, decidió que lo mejor era venir a nuestra casa a meternos la mano en el bolsillo y no sólo robarnos este partido, sino también destrozando el partido de vuelta: ni Sergio Ramos ni Pepe podrán disputarlo. Messi, apercibido, se tomó la libertad de coger la pelota con la mano y hacer faltas sin balón sin recibir tarjeta amarilla. Ahí está el doble rasero, el listón para uno y para otro.

Luego llegó el tan ansiado teatrillo culé. Eso que Mascherano pidió que se evitara con tanto afán y sus compañeros ignoraron. Pasaron de él, vamos. Primero Shakespeare Busquets, luego Francis Ford Pedro, para terminar con Alves Pacino, quien provocó la expulsión de Pepe, pegando un alarido tronador y saliendo en camilla, cuando el central luso ni siquiera lo había rozado. Por cierto, lo retiraron en camilla en el minuto 62' y en el 63' ya estaba corriendo la banda. Un patán sinvergüenza.

Aquí os dejamos fragmentos del Hamlet que derrocharon los blaugranas en el verde de Chamartín:

Éste es el "manotazo a la cara" de Marcelo a Busquets. Se ve claramente que hay contacto leve en el pecho y nada más:


Aquí tenemos la expulsión de Pepe. Una televisión imparcial, como es la francesa, dice (para los que no entienden el francés) que no hay contacto, Dani Alves le hace un mal al fútbol simulando una agresión y que el plantillazo era merecedor ACASO de tarjeta amarilla:



Aquí vemos un compilatorio de las simulaciones de los visitantes:



Y ahora, yo me pregunto. ¿Le hacen falta los errores arbitrales a los mejores del mundo para ganar? ¿Acaso el mejor equipo del globo terráqueo necesita jugar 11 contra 10 para alzarse victorioso? La realidad es clara y contundente: en estos últimos tres partidos, sólo el Madrid pudo marcar 11 contra 11. Fue en la final de Copa. Éste es el dato a seguir, no la posesión y demás números intrascendentes que sólo sirven de engañabobos. ¿El Real Madrid debe tolerar este atraco y hacer la vista gorda? ¿Acaso lo hicieron Wenger este año o Hiddink en el escándalo de Stamford Bridge? Estos dos no se callaron, por ende, ¿por qué debería hacerlo el Real Madrid, un club mucho más legendario que estos dos equipos londinenses?

Hay que levantar la voz y dar el puñetazo en la mesa de una vez por todas. Sino, el Barcelona se seguirá saliendo con la suya durante muchos años más. Simulando, agrediendo a espectadores impunemente, incitando al violencia, y acorralando y coaccionado a los colegiados. Hay solamente un club en el mundo que puede alzarse y hacerse escuchar. Sólo uno puede detener el rodillo mediático y la propagan virulenta culé. Y ese es el Real Madrid Club de Fútbol. El más ganador y el que siempre resucita como fénix ascendente.

Que no nos den por muertos, porque peores batallas hemos ganado. Hoy más que nunca, siempre fieles, ¡vamos Real, hasta el final!

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