domingo, 24 de febrero de 2013

La gran esperanza blanca

Por Pablo Calvo

El partido en Riazor lo hemos visto reiteradas veces esta temporada: un Real Madrid apático e indolente que decidió venir a La Coruña en paseo vacacional y no a respetar su cita profesional. La casta, orgullo y pundonor que caracteriza al escudo madridista, y que se presupone que los futbolistas que lo defienden deben ostentar, parecía que se habían quedado en el hotel de la concentración.

Cuando parecía que el Deportivo iba a alzarse con una merecida victoria, luego de perdonar ocasiones claras en la primera mitad, apareció el de siempre. El que parece nacido para la gloria más alta. Ese que nunca se rinde y juega todos los partidos al 101%, sin especular con el rendimiento. Cristiano Ronaldo, el evidente líder de este equipo y barco insignia de la armada blanca, cogió las riendas del partido para arrastrar a sus compañeros de la apatía al descaro y la voluntad. Rápidamente, muchos jugadores, entre ellos los que ingresaron al campo con él (Özil y Khedira, las otras bujías del motor de los de Mou), se contagiaron del espíritu guerrero del titán luso. Es tal el peso de CR7 en la plantilla que acabó siendo el jugador que más veces tiró, más pases decisivos, más regates y más faltas recibió. Eso sólo en poco más de 30 minutos. Es demencial.

No obstante, fue Kaká el hombre que metió al Madrid en el encuentro con un tanto marca de la casa. De esos que metía en el Milán... Cuántas veces hemos escuchado esta frase desde que el brasileño aterrizó en Barajas. El César lo que es del César: la clase del carioca es innegable. Una pegada con rosca endiablada, unos pases que parecen estocadas y una calidad en general que debería ser enviada en todo el globo terráqueo. Pero su inconveniente es el ocaso de su forma física, que le sacó la chispa y la potencia que sí tenía en el conjunto milanés. Esa falta de punch es crítica para que adquiera el peso que se merece, por historia más que nada, en la plantilla. Y el que culminó la remontada fue otro que hizo un partido más bien flojo: Gonzalo Higuaín. El Pipita, un perro mordedor de defensas rivales, se volvió últimamente en un cachorro ladrador, más cerca de un yorkshire que de un rottweiler. Se le ve desconectado del partido en muchos lances, pero lo que no se le puede negar es su fe perenne de cara al gol. En el segundo gol, Kaká asiste con precisión a un Cristiano que, generoso como siempre (a pesar que algunos eruditos con micrófono radiofónico nos quieran vender su realidad paralela), cede el gol a un Higuaín, que por primera vez en el partido (minuto 88'...) hace un desmarque perfecto para marcar a puerta vacía. Una jugada de fútbol sala a una velocidad de vértigo. Si bien es verdad que los goles fueron marcados por dos jugadores muy marcados durante el transcurso del encuentro, no podemos dejarnos engañar por los fuegos de artificio. El verdadero artífice de la remontada fue la actitud contagiada por la supernova lusa.

Ahí parecía morir el partido: quedaba escasos dos minutos para el pitido final y el Deportivo parecía completamente nocaut, tanto física y mentalmente. Pero siempre tiene que dar la nota el de siempre: el del pito. Álvarez Izquierdo, barcelonés de nacimiento y de corazón, parecía tenérsela jurada a Di María o al Real Madrid y perdió la cabeza al sacar una roja de risa en el minuto 91 al extremo argentino. Para más inri, y dejando en evidencia que era una expulsión dolosa, refleja las tarjetas en el acta a la inversa y mintiendo descaradamente. Algo que en un país con un federación seria es motivo de "nevera" fulminante, pero que aquí, con los tejemanejes culés intoxicando la RFEF, culminará con una palmadita en la espalda y pitar una final de Copa del Rey o partido de transcendencia en los próximos meses.

De todos modos, la semana fantástica del Real Madrid comienza el martes a las 21:00, jugándose en el Camp Nou media temporada. En Barcelona veremos quién será el gran favorito para ganar la Copa del Rey. El madridismo espera con fe este momento, esperando con ansia que la gran esperanza blanca, Cristiano Ronaldo, vuelva a pedir calma a una afición que pedirá la cabeza de los blancos en bandeja. Esperamos que lo único que reciban es ver a un Real Madrid finalista de Copa.


Premio Di Stefano - Riki: El ex del Getafe hizo un partido espectacular. Hizo todo bien en sus minutos en el campo, incluso un gol que parecía imposible de marcar.

Premio Tuercebotas - Di María: Impreciso en ataque, impreciso en defensa y encima acabó expulsado. El Di María de Mestalla en aquel partido del 5-0 fue un oasis temporal en el medio del desierto.

Premio Stoichkov - Álvarez Izquierdo: El colegiado del encuentro ha hecho algo que ningún trencilla debería hacer: perder la cabeza. En la última jugada del partido cometió el máximo pecado.

Premio Redondo - Özil: A Mesut le tocó reconstruir un centro del campo desde cero junto a Khedira. Rápidamente cogió las riendas del mediocampo madridista y nos ofreció sus típicas pinceladas de artista refinado.

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